viernes, 30 de julio de 2010

Había aprendido a pasar las cosas por dentro. a no hablar. no solía mirar a los ojos a la gente, no podía, era un claro signo de debilidad. no le importaba con quien jugar, todo le valia, con algo bastaba. cuando llovía le gustaba que las gotas resbalaran por su frente hasta el final de su cara, y de ahí al suelo. no olvidaba los grandes éxitos de los 80 y sus canciones favoritas pertenecían a esta época, a pesar de que ella casi no la vivió, o al menos no tuvo constancia. su vida era dificil, había sido dificil y lo seguía siendo, pero no más que la de cualquier otra persona. vivía con ella. sabía que el final de las cosas llega, tarde o temprano, aunque siempre se prefiere tarde. pero eso no quería decir que no empezaran otras, con poca estabilidad, desde luego, pero buenas. o casi buenas. no, buenas. y que no hablara no quería decir que no lo pensara, o que no lo viviera, o que no lo sintiera, simplemente prefiera callar, le gustaba que hablaran otros. los silencios si uno no quiere nunca son incómodos. le encantaba sentarse enfrente de otra persona y estar sin hablar, sin más, podía estar horas, sabía que podía. escuchar, sabía escuchar. y entonces sonaba esa canción... y sabrás que te quiero, y que siempre te querré.

4 comentarios:

  1. A mí los silencios casi nunca me parecen incómos. Solo me pasa cuando con personas con las que la conversación también suele ser incómoda :)

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  2. "En el silencio caben todos los ruidos".
    Enhorabuena por tu blog.

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  3. excelente, me encantó. Me sentí demasiado identificada, y eso es una de las primordiales cosas que me atraen de un texto, además de tu magnífica forma de escribirlo.
    te sigo, me interesa leer más de vos:)
    unbesolInda

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