
háblame, tenme una hora hablando,
dos, tres, hasta que me caiga del sueño.
Invitame a un café a dos, a tres,
hasta que la cafeina corra por mis venas como si de sangre se tratara,
mirame, mirame más, sonrie, mirame y sonrieme,
y dime que es lo que quieres, lo que estabas buscando,
que ahora si que si, que ahora de verdad vale la pena.
Duerme conmigo, abrázame, no me sueltes,
como si de nuestro roce dependiera el resto del mundo.